Mis ojos contemplaron—
por vez primera y única—
este instante continuo,
latiendo en el surgimiento constante
el arco de luz
del Uno
que es siempre y único.
El aliento sagrado de la creación
miró a través de mis ojos,
y fui transfigurada
en la misma ondulante luz
del universo entero.
Relumbrando, me abrí
desde un manantial profundo
a la verdad más presente
de quien soy.
Alcé la voz en respuesta,
entonando en la vibración
del creador.
El árbol fuera de mi ventana
relumbraba en verde,
su luz y sombra moteadas
replicaban mi canto.
El aire relumbraba
dentro y alrededor de mí.
Yo era un resplandor
dentro del resplandor de la creación.
Entoné los armónicos
del instante perpetuo,
donde la eternidad
canta en el ahora.
El cielo azul presenció
la vibrante danza
de las moléculas de la mirada
y del canto hondo del ser.
Esto persiste fuera del tiempo
en la eternidad del ahora,
cada momento vivido a plenitud,
colmado todo
la mirada,
el canto,
el ser.
Cada momento,
primero y único—
el corazón roto por la luz.
Entonces, mis ojos se entornaron
y mis manos
esparcieron arcos de iris
a través de las distancias,
por en medio de la oscuridad—
arcos de iris de amor,
reconciliación,
sanación,
y siempre al fondo, amor.
Lorena Wolfman (2020, traducción 2025)
No hay comentarios:
Publicar un comentario