Antes del amanecer, en la quietud,
una bendición callada se despliega.
Matices de naranja, rosa y oro
brillan en el borde oriental,
en sombra se perfilan montañas sagradas,
se intercalan sus picos lisos y dentados.
Recibo
un regalo lozano—
una lluvia de bendiciones,
y algo más antiguo,
como la fuerza de la gravedad,
y al mismo tiempo, en mí se eleva la alegría.
Mientras el mundo se inclina
hacia los brazos de la mañana,
como una joya
la tierra se enciende,
por el giro magnético del alba.
Doy vuelta y camino hacia el poniente,
con la calidez del sol en la espalda.
Mi figura sombreada avanza
sobre el suelo de caliche—
¿o es Inanna,
reflejando cada uno de mis pasos?
En seguida la escucho:
“Estoy de regreso.
Camino de nuevo sobre la Tierra,”
entona regocijante,
mientras la silueta de dos aves
se desliza sobre su figura.
Mis manos se elevan solas,
cautivas de la fuerza centrífuga del cielo.
Las llamaradas de la corona del sol
bañan el aire de oro.
Con las manos en el aire, recibo la gloria del día,
y la fluyo de regreso por mi corazón—
un cauce brillante de gratitud,
y los brazos de Inanna alzan con los míos.
—Lorena Wolfman (11/11/2020, translation 2025)
No hay comentarios:
Publicar un comentario