quedarse,
quedarse de verdad—
a pesar de la brulliente tormenta,
permanecer,
entregarse,
y despertar
al intersticio fecundo
entre cada respiro,
cada partícula danzando,
cada gota de lluvia,
viva
entre cada idea
la lluvia del pensamiento
se disipa en hálito del misterio
donde la rosa y el cielo,
la rama y las nubes,
se funden en el éter
que todo lo sostiene
velos de lluvia vertiginosos y traslúcidos
caen hacia la tierra,
al húmedo y estrepitoso encuentro
con el horizontinoso y árido suelo,
desatando el canto de la creación
—Lorena Wolfman (2020, traducción 2025)
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