jueves, 17 de abril de 2025

Un ángel despierta


Un ángel 

despierta en el fondo

del cielo

morada elevada del agua

cristalino espejo

de batallas

y ausencias.


El recién nacido

sumerge sus pies

en el lodo,

cerca del manantial

de la vida:

lugar verde,

húmedo,

relumbrante.


Sombrías

nubes a contraluz

dan tumbos.


La naturaleza

envuelve codiciosa

la luz ancestral del sol,

guardando su ardor.


En lo alto,

en la brutal inmensidad,

los terribles engel de Rilke

velan nuestros pasos,

con gestos temibles indicando

el camino delante.


El mar del cielo,

un plasma inquietante.

Nuestra piel cicatrizada

por los senderos de la vida

se repliega. 


El camino trazado por las estrellas

nos pide la valentía

para iniciar el viaje al próximo lugar

y al próximo y al que sigue,

a caminar.


La pregunta latente

¿cómo vaciar

la mochila

que llevamos

a cuestas?


El viento conspira,

juega en las ramas,

no se rinde.

Sopla,

sopla fuerte,

desaloja los recuerdos necesarios

para construir alas fuertes,

capaces de soportar

el peso y la levedad 

de vivir.


Vivir es aprender a despertarse

una y otra vez

con las alas más resilientes.


Cada hebra de pasto

cada ser alado,

cada ausencia llorada,

cada remordimiento soltado,

construye el aliento,

y el aliento que sigue,

y los que vendrán…

(los míos, y los tuyos también)


Las gotas de rocío

posadas en frutos por cosechar

imantan el brillo del amanecer…


—Lorena Wolfman (2018, 2025)



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