sábado, 12 de abril de 2025

Memoria


Memoria


¿En qué secreta región
existe la memoria?

La memoria no es pasado,
es raíz viva,
tierra fértil del asombro
de un canto por nacer.

¿Será que habita en la misma noche
del vasto misterio…
esfinge—
que llamamos cuerpo,
enigma que respira
el eco del interrogante
que nos trajo?

¿O está grabada
en las luciérnagas vibrantes…
que cruzan las brechas sinápticas—
como si fueran destellos cintilantes
de un alfabeto
que olvidamos?

¿O estará ahora transitando el Nilo
en una barca de vela…
que ella misma rema con paciencia?
¿O estará corriendo desenfrenada,
llevada por los vientos meltemis mediterráneos…
brincando de isla en isla
a la velocidad de los delfines?

¿Estará girando en la hélice genética…
luz que ha cruzado
mares galácticos
y turbulentas nubes espaciales—
para llegar a donde estamos?

Y ahora sólo aquí somos,
con los pies en la tierra,
aquí donde nuestro eje magnético
marca el paso de los astros
como la aguja de una brújula,
los huesos vertebrales
imantados al cosmos.

Nuestros cuerpos,
enterrados por tantos siglos
en las arenas del desierto,
mientras nuestros ojos,
siempre libres,
cuidaban el oriente…
esperando el brillo nocturno
y el fulgor diurno
de los astros que iluminan
el agua del Río de la Vida.
La memoria fluye
debajo del polvo del tiempo.

La nostalgia nos pertenece a todos.
La sangre reconoce el eco
de nuestra estrella.
La necesidad de descifrar
su sonoridad arde en nuestras venas.
Su espiral se despierta en nuestra in-spiración.
Su llamado tira a nuestro plexo solar
y nos jala hacia lo desconocido.
Murmura:
ca
mi
na
res
pi

ra


No hay fronteras que tengan más valor
que la superficie de la piel,
que sirve para sentir,
para reconocer al otro,
para entablar un diálogo de amor
entre los destellos vibratorios
de nuestros huesos,
que siguen cantando,
llamándonos,
mar adentro
donde la creación implícita
es una sola.
Así la memoria se enciende
en la armonía
de nuestro canto polifónico.

Y, aun así,
queda un murmullo
en el silencio de las aguas.
Una nota suspendida,
esperando ser cantada.




—Lorena Wolfman (2017, 2025)




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