jueves, 17 de abril de 2025

Pueblo fantasma

 


Muchos dicen

que este es un pueblo fantasma.

En invierno, cuando el aire

de por si me quita 

lo que genera el cuerpo

de calor,

los sueños no realizados

cruzan las calles como espantos

helándome la espalda.


A veces uno de los sueños

que aún no se da por vencido,

me agarra

y baila conmigo.

El baile parece durar mucho tiempo.

Ellos aparecen vestidos de galán—

pero luego me murmullan al oído

confesando que son los fracasados 

del boom.


Algunos ni siquiera murieron en Pozos, 

emigraron a la capital

o a cualquier lado 

para escaparse de aquí

con los bolsillos vacíos.


Se fueron con lo único que sabían hacer:

escarbar.

Así sin más, se desvanecieron

en las calles iluminadas de la ciudad.


Otros te dirán

que se murieron ahogados en las minas,

o que murieron en una explosión,

o envenenados por mercurio, 

cuyas lágrimas dejaron surcos platinados

en sus mejillas 

pálidas, para siempre.


Estas aspiraciones

y sus fantasmas

siguen circulando por aquí

como el viento que suena en los pirules.


Solo los perros

saben navegar

por estas calles empedradas.

Solo ellos saben cuidar 

la bocamina del inframundo—

para proteger a los de arriba,

y los de abajo…



—Lorena Wolfman (2018, 2025)





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