no te imaginas
como era el cielo
ni el canto de los cenzóntles
ni el murmullo de los pirules
antes de la luz
no te imaginas
desde que tan lejos
se distinguía
una voz en el aire
o el llanto de un borrego perdido
en las montañas colindantes
pues el viento
que corría libre
vibraba con ríos
y entraba y salía
de cavernas subterráneas
traía recados
como el olor fino y puro
de la flor de la pitahaya
—que ya no te imaginas
—Lorena Wolfman (2016, 2025)
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