los cielos se llenan de la arena de otro desierto
un fulgor gris platino distante
que sobrevuela nuestros horizontes áridos
amparando nuestra piel
de la cercanía de los rayos solares
estamos suspendidos todos en el respiro de otro mundo
protegidos del fulgor impenitente
que emana del centro de nuestro viraje astral
una esfera explosiva que nace una y otra y otra vez
aquí nuestro trozo del cielo
hoy queda sublimado justo lo suficiente
para soñar
—Lorena Wolfman
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