el cardón venenoso de largas espinas
se ve glorioso en el calor de la tarde
sus capullos brotándose
tinte cochinillo fucsia mexicana
delicados como las alas de una mariposa desplegándose
para encontrarse con el viento
el instinto de emprender vuelo
solo apenas disfrazado
por sus astilladas espinas de hueso
a punto de matar
la mayor parte del tiempo parece que está en la agonía
de una muerte lenta
sus brazos abiertos la cruz de la angustia que carga
pero ahora resurgido se encuentra transfigurado
henchida su carne verde turgente
anhelo de reventarse
en canción de flor y transparencia
y aún sus espinas se abren
un espectáculo de santo resplandeciente
anunciando su luminosa amenaza
brillando a la luz del sol
a punto...
—Lorena Wolfman
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