martes, 30 de mayo de 2023

semillas de un diluvio


La arena del Sahara nos alcanza. 

Su diáfano alma de polvo

viaja por el cielo filtrando la lumbre del sol.

A su paso siembra semillas sigilosas de tormenta 

de las cuales nacerán revoltijos de nubes

que envuelven truenos, hielo y lluvia

y avientan calor y frío.


Después de una larga pausa surreal de días sin medida

se inicia un tumulto 

de vientos sobresaltados cargados de epifanias mudas

para aquellos con ojos y la piel presta para descifrar 

el código del tamborileo retumbante

que convoca la presencia de los sapos

y  señala a las hormigas a apropiarse de nuevos patrones.

Aquellas diminutas constelaciones se mueven por las vertientes de la tierra,

los guijarros como peñascos bajo sus delicados pies.


Mis propios pasos trazan un curso

sobre el ajetreado territorio 

en medio de una alta geometría interdimensional

cuyos cálculos multiplica los rutumbos

por factores de humedad y polvo, aire y fulgor,

así conjurando el duluvio que se avecina.


Desde aquí a mitad del camino al cielo

se vislumbran ángeles balanceándose

su cabello penetrado de sol 

vuela en ráfagas perturbando el mar celeste 

en olas y espuma.


Y viene el agua que moja la tierra,

liberadora bendición rociada teñida de calidez

como esa madre que respira en sintonía con su hijo 

un solo cuerpo del trópico

piel translúcida y húmeda, 

luminoso aliento de vida.


—Lorena

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