la vida recorre todo lo que soy
desde lo diminuto
de la incógnita célula
que respira en el fondo de mi pelvis
hasta la estrella invisible desde la tierra
cuya luz que me alberga
cuyos rayos llegan
tan ciertos como el resplandor del sol
que llega trémulo
alzado y cayéndose
entre las corrientes del viento
en la danza de las sombras
bajo el árbol en el centro de mi jardín
aquí y allá
diminutos mares pulsando
uno nace dentro de otro
impulsado siempre por la marea cósmica
que nace nuevamente
en el cuarzo de mis huesos
girando girando
siempre bañada en agua
que se encuentra con agua
que es siempre agua viva
—Lorena Wolfman
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