no te imaginas
como era el cielo
ni el canto
de los cenzóntles
ni el murmullo
de los pirules
antes de la luz
no te imaginas
desde que tan lejos
se distinguía una voz
a un borrego perdido
en las montañas colindantes
pues el viento
que corría libre
vibraba con ríos
y entraba y salía
de cavernas subterráneas
traía recados
como el olor
puro de la flor de la pitahaya
que ya no te imaginas
—Lorena Wolfman
No hay comentarios:
Publicar un comentario