El dolor se viste de elegante.
Con la mano derecha
maneja un alfiler brilloso
con el cual va rompiendo
burbujas de ilusión
hasta no dejar nada.
El dolor se viste de elegante.
No deja más que un elegante vacío
por donde pasa el alma.
El lujo sin lujo de la fe
es el único paracaídas
de esta caída libre.
El dolor se viste de elegante.
En su mano izquierda lleva
la sencilla cruz de la verdad.
El dolor se viste de elegante.
Es el dolor de la verdad
que va caminando por este espacio
de burbujas platinadas,
cándidas burbujas que explotan
con un destello elegante final
convertidas en lágrimas de despedida.
El dolor se viste de elegante.
Ilusión, antigua amiga mía,
adiós, adiós, adiós.
por Lorena Lobita Wolfman © June 2009
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