domingo, 1 de junio de 2025

Vigilia


Hace cinco años—

las noches sin luna eran tan profundas y oscuras

los muros de adobe de mi jardín se disolvieron

en portales indómitos de asombro

más allá del borde de la razón

donde la imaginación se aferra


Hace cinco años—

la columna vertebral lechosa del cielo aún hormigueaba

con su glorioso resplandor

iluminando las alturas celestes

con algo muy más allá del brillo

aunque todavía respiramos más profundo

ante la revelación de las estrellas

justo después del atardecer


Hace cinco años—

el llanto de la llorona

resonaba a lo largo del lecho del arroyo

mientras los coyotes errantes aullaban

desde las afueras del pueblo


en ciertas noches del año

por las colinas más retiradas

los habitantes aún susurraban que habían esferas

que rebotaban por las laderas

del cerro del Águila y el cerro del Saus—

que eran brujas, decían

y llamaradas ancestrales

que se veían ardiendo después del crepúsculo

levantándose entre los matorrales


Hace cinco años—

se sabía que podías ser recibido

en el camino por un fantasma

en la curva mortal que conduce fuera del pueblo

se decía que se subía a los taxis

solo para desvanecerse antes de llegar al pueblo


una mañana brumosa, cuando llegué por primera vez

una anciana que nunca volví a ver dijo:

dicen que este es un pueblo fantasma,

pero no hay fantasmas aquí—

los únicos fantasmas en estas calles

son los forasteros


Hace cinco años—

entrabas en la naturaleza un paso más allá del pueblo

podías sentir la conciencia intacta

y ajena de—

conejos, ratones de campo, serpientes, escorpiones

nopales, palmas, mezquites—

y era como si

hubiera algo más

esperando justo fuera de la vista

a veces observando


aventurarse afuera a oscuras

era emprender un viaje en lo desconocido

Hace cinco años—


podías despertar al tintinear de campanas

del rebaño de ovejas que arreaban por el pueblo

y de noche podrías escuchar un extraño y dulce balbuceo—

el balido de las cabras,

como el arrullo suave y lastimero de un bebé,

arrullándote para dormir


en estos siete años—

el ruido del tráfico y la enceguecedora luz blanca de las farolas

han eliminado el misterio a codazos

han desalojado el refugio de lo invisible

que la llorona huya

han doblegado la imaginación

y forzado a los coyotes, conejos y alicantes

a las precarias y áridas tierras salvajes


pero las luces eléctricas no pueden borrar

la sombra del alma humana.


  Y aunque los sueños huyan al monte,  

    allí guardan su vigilia.



—Lorena Wolfman (2021, 2025)





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