sábado, 26 de julio de 2025

Aquí

 

Me he deslizado

al ahora sin límites—

estando aquí, no en otro lugar—

por la ventana abierta veo

buganvilias color fucsia,

pared de adobe,

luz reflejada al cielo

desde el envés argénteo

de las hojas del tepozán.


Salgo de la alcoba

al resplandor que dibuja en el jardín

gruesas pencas de nopal,

el encaje verde pálido del mezquite.

Piso descalza,

los pies en la tierra,

cada paso una siembra silente—

aquí,

y aquí...


Estoy embelesada—

cautiva, hendida más allá del tiempo y el lugar.

Me he vuelto hermana

de todas las mujeres que se detienen—

y sin querer se han fundido al todo.


Así entrando en tierra de santos,

y de quienes caminan en la orilla

más allá del pensamiento,

desprendiéndose de todos los nombres

como hojas que caen al espacio.


Sostengo mi corazón

oscilando lentamente,

la tierra subiendo por la planta de los pies.


Tierra lozana que se mece,

tierra lozana que se mece—

hacia la luz oculta,

siempre presente.


Sobre el muro de adobe,

una eternidad de flores

se abre en silencio—

cada pétalo, una galaxia,

presenciada por el mismo espacio.


No había visto

tan sencillo,

tan hondo,

desde que era niña.


No hay a dónde ir.

Las capas que velaban el encuentro

han caído.


Estoy

en un lugar tan íntimo,

exquisito, preciso—

donde todo respira

más allá de todo.


Aquí.


—Lorena Wolfman (2021, 2025)





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